¿Qué será de nosotros cuando seamos ancianos?


Está tan lejos ese día que ¿por qué preocuparnos de ello?. Pero si la situación fuera al contrario, es decir, si ya estuviésemos en esa situación… Cuando pensamos en la nuestra muerte, no nos imaginamos que nuestro final será de viejos, intubado, con demencia senil, sino que tendremos una muerte rápida y sin sufrimiento.
Vivimos tan rápido, que no podemos pararnos a pensar en cosas que pasaran en un futuro "muy lejano". Trabajamos para tener una estabilidad económica, para vivir acomodadamente, o todo lo que nuestro sueldo puede darnos.
Queremos dar a nuestros hijos todo lo mejor, el mejor cumpleaños, la mejor ortodoncia, la mejor educación, para que cuando sean adultos tengan una buena posición…por ello tenemos uno o dos, como máximo.
Pero ¿y nosotros?.
Un día, la vida se frena, tu hijo tiene a un anciano a su cargo, con una pensión que ya quisiera ser "mileurista", le falla el corazón, el pulmón y para su desgracia no muere, sino que el fallo le provoca un "ictus" cerebral que lo deja inmóvil en una cama para todos sus restos.
Su primera impresión es "…pero ¿qué voy a hacer yo, con este problemón?". Le informan de la posibilidad de meterte en un centro, puesto que no puede hacer frente a todo, trabajo, hijos, pareja, y anciano. El servicio cuesta, en las condiciones en las que se encuentra el enfermo, unos 1900 Euros al mes, al mes…¿he oído bien?, si solo tiene una pensión de 900 euros, ¿de donde saco el resto?.
El trabajador social, muy amable, le informa que existe la posibilidad de meterlo en un centro estatal, pero que hay una larga lista de espera. Otra posibilidad, cuenta el trabajador social, es llevarlo a casa y contratar los servicios de un experto en atenciones a enfermos encamados.
¡¡Ya está!! La solución es llevarlo a casa, adaptar toda la vivienda para que el enfermo esté en las condiciones apropiadas y adaptar tu vida cotidiana al enfermo.
Cuando sucede un echo así en tu vida, piensas que, al igual que los niños tienen sus horas cubiertas en un colegio y es gratuito, para conciliar la vida familiar con la laboral, deberían existir plazas para todos los ancianos gratuitas.
la Ley de la Dependencia te permite solicitar ayudas, pero van en función de la pensión que se perciba y no llega para cubrir todo el gasto de una persona en esas circunstancias.
Yo no quiero dejar este marrón a mis hijas, cuando tengan 40 años, pero, con mi salario tampoco puedo permitirme el tener unos ahorros para entonces, bastante tengo con la hipoteca, el coche, los gastos normales de luz, agua y otros, los gastos de dos hijas y como extra... de super lujo, la caravana para los fines de semana (pues no da la mata para una casita aislada).
¡Menuda herencia les voy a dejar!

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